Alguna
vez ha escuchado usted a alguien preguntar "Si
Dios existe ¿por
qué entonces hay tanto sufrimiento en el mundo? ¿Por
qué
la humanidad avanza tan rápido en tecnología y ciencia pero aun
así no logra desterrar el hambre y la miseria sino que dichos
males parecen nunca terminarse?
¿Acaso es esto lo que Dios
tenía en mente para el
mundo?"
Ante
esta pregunta la respuesta de las escrituras es un rotundo NO. Dios
no planeó un mundo tan desigual y violento. ¿Entonces por qué
vemos que el mundo está
tan mal?
En
la parábola del trigo y el cizaña el Señor Jesucristo nos da
una enseñanza
que nos proporciona una respuesta
a
esta
y otras interrogantes. A continuación la presentamos.
Les
refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es
semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero
mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña
entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto,
entonces apareció también la cizaña.
Vinieron
entonces los siervos del padre de familia y le dijeron:
Señor,
¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene
cizaña?
El
les dijo: Un enemigo ha hecho esto.
Y
los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la
arranquemos?
El
les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también
con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la
siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged
primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged
el trigo en mi granero. (Mateo
13:24-30)
Cuando
Jesús
estaba
en la tierra
a menudo relataba sus enseñanzas en forma de parábolas. Las
parábolas son historias de la vida cotidiana que ocultan
una verdad
espiritual. Jesús adoptó este método para
mostrar
su doctrina a aquellos
que verdaderamente
estuvieran
interesados
en
seguirle
y ocultar su
enseñanza
a aquellos que solo
se acercaban superficialmente.
En este
pasaje
Jesús cuenta a sus discípulos la verdad oculta
de
la parábola
dando la siguiente explicación. (Mateo
13:38-39)
-
El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre.
-
El campo es el mundo.
-
La buena semilla (trigo) son los hijos del reino.
-
La cizaña son los hijos del malo.
-
El enemigo que la sembró es el diablo
-
La siega es el fin del siglo.
-
Y los segadores son los ángeles.
Como
podemos apreciar, la
parábola nos
enseña que el mundo es como un campo en el cual Dios sembró su
buena semilla pero alguien más sembró en este
campo
la mala semilla. Entonces se nos plantea además la intromisión de
la maldad en este mundo, de lo cual podemos deducir que hubo un
tiempo en que el mundo no era como lo es hoy.
1.
EN
EL PRINCIPIO TODO LO
QUE HABÍA EN
EL
MUNDO ERA
BUENO.
La
Biblia enseña que en
el principio la creación de Dios era perfecta, no había dolor, ni
guerras, ni angustia
o miseria. La Biblia
dice que Dios vio su creación y concluyó que todo era bueno.
(Génesis
1:31)
Dios
creó al primer hombre y a la primera mujer sobre la tierra y los
puso en medio de un hermoso huerto. El hombre vivía en paz y
disfrutaba de la presencia de Dios, que les trataba como hijos
amados. ¿Entonces qué fue lo que sucedió? La Biblia declara que
Dios tenía un enemigo, ese enemigo era Satanás el diablo.
El
diablo había sido un hermoso ángel que vivía en el cielo
resguardando el trono de Dios. En
ese tiempo Satanás se llamaba Lucifer.
La
vida era muy buena y agradable para él. Pero un día Lucifer tuvo
un mal pensamiento en su corazón. Empezó a enojarse porque todos
los ángeles adoraban a Dios. Lucifer sintió celos y envidia. Él
también era hermoso y lleno de luz, así que pensó que él también
debía ser adorado. Así fue como Lucifer empezó a tramar un plan
para rebelarse, y pensó:
“Subiré
al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi
trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del
norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al
Altísimo”. (Isaías
14:13)
Ah,
¡Qué necedad la de Lucifer! Él se olvidaba de que era solo un
ángel y no Dios. Aunque Dios había sido muy bueno con Lucifer, a él
no le importó y se rebeló. Por tal motivo el Señor arrojó a
Lucifer del cielo junto a algunos ángeles malvados que se unieron a
él, y que a partir de ese momento se convirtieron en demonios. (Lea
Ezequiel 28:17)
2.
SATANAS INTRODUJO EL PECADO Y EL SUFRIMIENTO EN EL MUNDO.
Cuando
el diablo vio que Dios había creado al hombre, y que éste vivía
muy feliz en el huerto, sintió un gran deseo de vengarse de Dios y
hacer que el hombre también se rebelara contra él. Satanás
sembró su primera cizaña contra Dios y
logró
llevar
a
los hombres a rebelarse contra el
creador.
Como
está
escrito:
por
cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.
Romanos
3:23
Y
ese fue el principio de nuestra tragedia. Cuando
Adán y Eva pecaron en contra de Dios todo
el
mundo cayó bajo la maldición del
pecado. Y
desde aquel día
el
diablo ha usurpado la posesión de este mundo y lo ha trastornado.
¿Cómo
reaccionó Dios ante esta sublevación?
Dios
pudo habernos castigado enviándonos a la perdición eterna y
sin oportunidad para el perdón, pero él
no quiso actuar así.
En lugar de eso nos dio un atisbo de esperanza. Dios
confrontó a la serpiente antigua (al
diablo)
y le sentenció a ser vencida
por la simiente bendita. (Génesis
3:15)
Y
pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la
simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el
calcañar.
Esa
advertencia
significa que habría enemistad entre Satanás y la mujer
caída,
y además esta enemistad se trasladaría a la simiente de
la mujer (su descendencia),
y
uno
de la descendencia de Eva lograría enfrentar a Satanás con
todas
sus tentaciones y vencerlo. Ese alguien solo pudo ser nuestro Señor
Jesucristo. ¡Jesucristo
aplastaría a la serpiente!
Pero
cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido
de mujer y nacido bajo la ley, para
que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que
recibiésemos la adopción de hijos.
Gálatas
4:4-5
...
Y a tu simiente, la cual es Cristo. Gálatas
3:16.
Esa
es la razón por la cual él se convirtió en un ser humano, para
poder lavar nuestra afrenta. Ahora todos aquellos que confiesan sus
pecados y
confían en él para salvación se convierten en
Hijos de Dios. Como
enseñan las escrituras en Juan
1:12.
Mas
a todos los que le recibieron, (al
Señor Jesús) a los que creen en su
nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.
3.
EL CONFLICTO:
TRIGO
VS CIZAÑA.
Es
aquí donde entra
a escena
esta parábola y
se nos presenta el conflicto añejo entre los hijos de Dios contra
los hijos de satanás. Conflicto
que
fue anunciado desde el principio de la humanidad.
Tenemos
entonces la explicación del por qué
existe tanto sufrimiento y dolor en el mundo. Satanás
introdujo el pecado en este mundo a través de la humanidad. Seré
más claro, a través de usted y de mí. Y el pecado que habita en
nosotros es ese germen del mal que deambula en el mundo. Eso explica
porque hay tanta acumulación de riquezas en tan pocas manos mientras
tantos niños mueren de hambre. Es la codicia de los hombres que
acumulan tesoros que no podrán llevar al más allá, tesoros que en
el naufragio de la muerte les arrastrarán
a lo
profundo del infierno;
porque
en la abundancia de sus tesoros habitó también
el
egoísmo de sus miserables almas que prefieren ver morir al prójimo
antes que desprenderse de una moneda. Esto
explica también el aumento de la violencia en el mundo, la cual es
llevada
a cabo por hombres impíos y sin temor de Dios los cuales se han
entregado al crimen, al odio, al desenfreno sexual, y a los
asesinatos.
… también
debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos
peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos,
avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los
padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables,
calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno,
traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que
de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia
de ella; a éstos evita. 2Timoteo
3:1-5.
-
LA COEXISTENCIA DEL TRIGO Y LA CIZAÑA.
La
parábola del trigo y la cizaña enseña entonces que por una parte
Dios pone a sus hijos sobre la tierra para la predicación del
evangelio pero por otra parte el diablo también tiene a sus hijos
para oponerse al evangelio. Aquellos que promueven el vicio y la
disipación. Aquellos que promueven el sexo promiscuo. Aquellos que
sin temor de Dios se burlan de su existencia aunque por dentro sus
conciencias les atestiguan y les condenan. Ambos grupos coexisten en
el mundo: unos para promover la vida eterna y otros para arrastrar a
las multitudes hacia el barranco de la perdición. ¡Qué diferentes
son en esencia los unos de los otros! ¡Cuán diferentes sus frutos!
Muchas
veces he escuchado a personas decir. "Bueno, ustedes los
cristianos creen en Dios, pero nosotros también creemos en Dios.
Ustedes de una manera y nosotros de otra, pero al final lo que
debemos entender es que todas las religiones son esencialmente lo
mismo. Todas las personas somos hijos de Dios"
Ante
tal declaración la Biblia se pronuncia muy claramente con rotundo
NO. La parábola presenta la realidad de que en este mundo NO TODOS
LOS SERES HUMANOS SON HIJOS DE DIOS. Claramente se nota que algunos
son hijos de Dios pero OTROS MÁS SON HIJOS DEL DIABLO. Como Jesús
dijo a los judíos rebeldes.
"Vosotros
sois de vuestro padre el diablo y los deseos de vuestro padre queréis
hacer".
Juan
8:44.
Muchos
se adjudican la posición de hijos de Dios pero no todos los son.
Algunos viven engañados creyendo ser hijos de Dios. Personas que
viven en sus delitos y pecados, andando de antro en antro, viviendo
en la borrachera, hablando blasfemias, codiciando y amando los
desenfrenos de este mundo antes que a Dios, pero que se creen salvos
porque una vez hicieron la oración del pecador. Cuán terriblemente
perdidos y engañados están. Como está escrito:
No
todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los
cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los
cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no
profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y
en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé:
Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
(Mateo
7:21-23).
También
es importante señalar que
a
primera vista todas las religiones parecen ser buenas, pero al igual
que el trigo y la cizaña, la
apariencia es solo superficial. Al
principio la
cizaña se parece tanto al trigo que es muy difícil distinguirlos
pero cuando el trigo madura la diferencia es abismal. El trigo es
bueno y produce
su fruto rico y abundante, pero la cizaña aunque también produce
grano, es dañino, provoca mareos, náuseas y aun un poco de su
harina es
amarga
y desagradable. Así
también las religiones:
en principio parecen ser todas buenas, pero su
fin es camino de muerte;
todas ellas están
erradas y conducen al infierno. Solo Jesucristo es el único camino
al Padre. Jesús
dijo:
Yo
soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por
mí.
(Juan 14:6)
-
¿CUANDO SERÁ ARRANCADA LA CIZAÑA? ¿Por qué Dios no acaba con el mal ahora mismo?
En
el relato de la parábola vemos que los siervos del dueño del campo
querían arrancar la cizaña, pero el dueño no lo permitió porque
no quería que al arrancar la
cizaña también se arrancara el trigo. De
igual manera Dios
no ha traído su juicio a este mundo, porque espera que aun muchas
personas se arrepientan y crean en su Hijo Jesucristo.
Si
Dios trajera su juicio hoy muchos quedarían fuera de su perdón.
Por
este motivo
usted
necesita arrepentirse y creer en el Señor Jesucristo, antes
de que
la paciencia de Dios se agote
y entonces traiga
su juicio a esta tierra.
Pero
a
su debido tiempo Jesucristo
el Hijo de Dios volverá a esta tierra y su
Padre dará
la orden
de
arrancar de la tierra a todos aquellos que le den la espalda y
prefieran vivir en sus pecados.
De
tal manera que asi como los siervos recogen la cizaña y la queman en
la hoguera, así también
Dios enviará a sus ángeles para quitar de la tierra a los malvados
y echarlos en el horno del
fuego eterno.
Ahi
permanecerán en una eterna aflicción y espanto. Como está escrito:
Ahí
será el lloro y el crujir de dientes.
(Mateo
13:40).
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